2025-07-25

La climatización inteligente mejora la experiencia de ir a la oficina en verano

La sectorización de los sistemas de climatización y la sensorización se han convertido en herramientas esenciales para crear espacios de trabajo cómodos y saludables para todos los usuarios.

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Cuando llega el verano y las altas temperaturas, surge un tema que divide a todos los equipos: ¿a qué temperatura se pone el aire acondicionado? Mientras algunas personas sienten que el ambiente está demasiado frío y necesitan abrigarse para poder estar cómodas, otras se siguen quejando del calor y les gustaría bajar aún más la temperatura. 

El Real Decreto 486/1997 establece que la temperatura de las oficinas debe estar comprendida entre 17 y 27ºC. Estos diez grados de diferencia pueden dar lugar a diferencias de percepción térmica que generen tensiones y que pueden afectar al ambiente laboral.

El problema es que no hay una temperatura ideal para todos, por lo que la sensación térmica varía según la persona, la ropa que lleva puesta y hasta la ubicación de su escritorio. Además, las condiciones ambientales pueden influir directamente en la concentración, el estado de ánimo y la productividad.

Para evitar este tipo de discusiones y tensiones entre compañeros y compañeras, es fundamental que las empresas establezcan políticas claras y flexibles al respecto, implementando los rangos de temperatura recomendados por los expertos y promoviendo un entorno más confortable para todo el personal.
Adaptar cada espacio a sus necesidades térmicas

En esta línea de crear espacios más cómodos para cada usuario, una de las soluciones que más protagonismo está ganando es la sectorización de los sistemas de climatización. Al dividir el aire acondicionado y la calefacción en zonas térmicas independientes, se puede regular y ajustar la temperatura de cada espacio adaptándose a las necesidades reales que tenga.

Este enfoque permite un control más preciso de cada zona, atendiendo a la ocupación real del espacio, el uso del área y factores arquitectónicos, como la orientación al sol, la ventilación natural o el tamaño del lugar.

“Uno de los grandes beneficios de la sectorización es su capacidad para adaptarse a los distintos perfiles y actividades dentro del mismo edificio. No es lo mismo una zona de concentración individual, donde mantener una temperatura constante es clave, que una sala de reuniones con gran afluencia de personas, que genera más calor y requiere mayor ventilación” explica Albert Peñarroya, Gerente Técnico de Mantenimiento y Capital Projects en ISS España.

Su implementación permite a las empresas reducir el gasto energético al evitar climatizar zonas vacías o de baja ocupación, mejorar el confort térmico adaptando el ambiente a las necesidades específicas de cada espacio, optimizar los costes operativos al disminuir el uso innecesario de recursos, y aumentar la vida útil de los equipos al reducir el esfuerzo continuo e innecesario.

La sensorización como herramienta de control ambiental inteligente

Para entender cómo se comporta el ambiente en un espacio y poder actuar en consecuencia, una de las herramientas tecnológicas más usadas es la sensorización. Consiste en la instalación estratégica de dispositivos que miden en tiempo real variables clave del ambiente interior como la temperatura y la humedad relativa, los niveles de CO2, la calidad del aire y la concentración de partículas en suspensión, así como la ocupación y el movimiento en el espacio. Gracias a estos datos, los sistemas de climatización y ventilación pueden ajustarse automáticamente, respondiendo de forma precisa a las necesidades del momento.

De esta manera, se garantizan espacios saludables, al mantener una ventilación adecuada y evitar concentraciones elevadas de CO2 y contaminantes. Al mismo tiempo, se mejora el confort térmico para las personas que habitan el lugar, y se contribuye a una gestión energética más eficiente, ya que los sistemas solo actúan cuando realmente se necesita.

Más allá del confort: una apuesta por la sostenibilidad

Según el informe 'El espacio de trabajo como motor de crecimiento' impulsado por ISS, que recoge las opiniones y valoraciones de casi 11.000 profesionales de 12 sectores y 15 países, entre los que se encuentra España, un entorno de trabajo bien diseñado y enfocado en el bienestar, incrementa la productividad. Paralelamente, si las personas se sienten cómodas, los equipos están más motivados a acudir a su puesto de trabajo, reduciendo el absentismo y fortaleciendo el sentido de pertenencia.

El informe indica que el 84% de los españoles encuestados consideran importante que su lugar de trabajo tenga iniciativas sostenibles. Este dato refuerza la necesidad de adoptar medidas concretas, como herramientas para optimizar el confort térmico, que permitan reducir el consumo energético y adaptar el uso de los recursos a la demanda real.

“Trabajar en un entorno confortable, bien gestionado y energéticamente eficiente no solo mejora el día a día de quienes habitan ese espacio, sino que también refuerza su sentido de pertenencia a una empresa que se alinea con sus valores, preocupándose de cuidarles tanto a ellos como al planeta” señala Albert Peñarroya.

Tecnologías como la sectorización de la climatización o la instalación de sensores ambientales, además de suponer un ahorro económico, responden a una mayor exigencia de la sociedad en el ámbito de la responsabilidad ambiental. El workplace del futuro no solo debe ser funcional y flexible, sino también ético, eficiente y medible.