La productividad siempre ha sido un factor decisivo en el crecimiento económico. En el sector industrial, sin embargo, su papel adquiere una dimensión estratégica: es el motor que impulsa la competitividad, la sostenibilidad y la resiliencia de las empresas. En el contexto actual, donde la industria se enfrenta a un entorno cada vez más digital, cambiante y exigente, mejorar la productividad no es solo una necesidad técnica, sino un desafío estructural.
España, con un tejido industrial dominado por pymes y micropymes, presenta una productividad inferior a la media europea. Esta realidad, lejos de ser una debilidad definitiva, abre una puerta a la mejora continua.
En este contexto, ISS España ha impulsado una mesa de trabajo con representantes de distintas organizaciones industriales para identificar los principales retos de productividad y explorar oportunidades reales de mejora desde diferentes ángulos del sector. A continuación, se incluyen algunos de los elementos clave a considerar.
Medir bien para decidir mejor
La importancia de una medición adecuada es indudable. La productividad no puede gestionarse si no se entiende con claridad.
En este sentido, no existe una fórmula única: cada sector requiere indicadores propios, y es esencial que las herramientas de medición estén alineadas con la actividad específica de cada organización.
Más allá del volumen de producción o del coste por unidad, la clave está en la calidad de los datos. Automatizar la recopilación y el análisis de información mediante tecnologías digitales permite tomar decisiones más ágiles y eficientes. La productividad no trata únicamente de producir más, sino de hacerlo mejor, con menor margen de error y mayor aprovechamiento de los recursos.
Además, se debe buscar un equilibrio entre el rendimiento de las personas y el de las máquinas. Medir bien implica entender cómo interactúan ambos factores en los procesos productivos.
Innovar para transformar procesos
La tecnología aparece como un factor transversal. Automatización, robotización, Big Data e inteligencia artificial están redefiniendo los procesos industriales. Ya no se trata solo de implementar tecnología, sino de hacerlo con un propósito claro, en el marco de una estrategia de mejora continua.
Integrar tecnologías emergentes en áreas críticas —como el manejo de materiales, la supervisión de instalaciones o la gestión energética— está permitiendo a muchas empresas reducir tiempos, minimizar desperdicios y mejorar la calidad. El principio de “hacerlo bien a la primera” se consolida como una guía para ganar en eficiencia y seguridad.
Las personas en el centro del rendimiento
Pese al avance de la automatización, el factor humano sigue siendo esencial. Uno de los principales retos que enfrenta el sector industrial es la rotación de talento, especialmente en actividades intensivas en mano de obra o en entornos alejados de los grandes núcleos urbanos.
La pérdida de personal cualificado implica rehacer procesos de formación y adaptación, lo que impacta directamente en la productividad. A esto se suma la dificultad para atraer talento joven, en un contexto en el que las expectativas laborales están cambiando.
La respuesta pasa por construir espacios de trabajo más atractivos, seguros y ergonómicos. Diseñar entornos que favorezcan la retención del talento y fomenten el bienestar resulta crucial para mantener niveles óptimos de desempeño. La productividad y la experiencia del empleado están cada vez más conectadas.
Mirada al futuro: competitividad e innovación sostenible
Los próximos cinco años serán clave. La tecnología seguirá avanzando, redefiniendo perfiles profesionales y procesos industriales. Pero la competitividad de la industria española dependerá también de su capacidad para integrar sostenibilidad, innovación y la búsqueda de fórmulas para atraer talento joven, en un modelo cohesionado.
Lograr este equilibrio requerirá voluntad, inversión y una visión estratégica que combine lo mejor de la tecnología con la fuerza del capital humano. La productividad ya no es una métrica aislada, sino el reflejo de cómo una organización gestiona sus recursos, su cultura y su propósito.